viernes, 2 de octubre de 2009

Nieve de Vainilla

_____Veo como su lengua reacciona por la fricción al tacto sobre esa húmeda superficie láctea. Es de un sabor, que por el color, de seguro debe ser vainilla.
_____La curiosidad me invade y mis manos comienzan a sudar en razón por el inicio de mi desesperación.
_____Por un instante, al no poder quitar la vista de ese objeto que con mucho gusto saborea, pienso por segundos como conseguir un poco de eso que tanto disfruta y le alegra.
_____—¿Me das un poco de tu nieve?
_____Pregunté al momento del cruce de sus ojos con los míos, instante alentado ya que pude conseguir un tanto de valor.
_____El joven sin cambiar el ángulo de su cabeza, simplemente alzó sus ojos para verme como se le ve a un extraño, y a un tonto.
_____Mi improvisada sonrisa se quebró al momento que mis oídos pudieron percibir aquella respuesta tan simple, y de tan poca gesticulación necesaria para poder pronunciarse:
_____—NO
_____Fue lo que dijo así nada más, de una forma seca y tan vacía.
_____Intento tragarme su respuesta alejándome de esa espesura láctea con un probable sabor a vainilla, ingrediente que me inquieta y simplemente necesito comprobar.
_____Ahora me veo, ya algo alejado de ese individuo, con el seño fruncido pretendiendo crear con él algo de sombra para no aquejar tanto a mis ojos por el sol. Mis cejas están empapadas por el sudor, y el taxi que estoy buscando tarda mucho, o ya no estoy seguro de si, siquiera, llegue a pasar por aquí.
_____—“Parece que al fin me he podido desprender de mi inocente antojo por la vainilla”
_____Me dije en pensamiento, con mis pómulos al cielo, donde finalizo inhalando con fuerza para celebrar mi tranquilidad.
_____Pero ¡oh! Que desdicha la mía, porque me he encontrado con la casualidad, que aunque invisible, es traviesa y se burla de los demás.
_____Ella ha puesto frente a mí al joven del que hace unos instantes me aleje, al que con la nieve de vainilla vi.
_____El mundo camina con lentitud a mi alrededor, que ahora por verse el tiempo afectado, me es molesto precisamente porque prolonga que mis ojos aprecien a la despiadada lengua que saborea sin freno a la espesura láctea de probable, delicioso, sabor vainilla, de este individuo que por lo visto, viene a la espera del taxi también.
_____Siento como la tensión se apodera de mi cuerpo, pero trato de controlar mi respiración y pensar un poco más optimista:
_____—“Tal vez ahora cambie de opinión.”— Pensé.
_____Entonces nuevamente la curiosidad me invade y mis manos comienzan a sudar, le veo llegar caminando a las bancas donde asumo se sentará en espera del taxi también, y me armo de valor dirigiéndome hacia ese sujeto para preguntar:
_____—¿Me das un poco de tu nieve?
_____Simplemente me le aproxime, donde el individuo de reojo me percibió para detenerse en seco por haberme acercado tanto a su persona.
_____Mis ojos andaban fijos con los suyos. Dentro de mí: el interminable anhelo alimentado por la constante esperanza de saborear con tanto énfasis ese helado color blanco sobre un cono de galleta que tiene en sus manos.
_____—“Estoy seguro ahora me dará la respuesta”
_____Me dije optimista, y con una sonrisa en mi cabeza. Imaginaba como me ofrecía con gusto una probada de eso que seguro no fue nada costoso, y alimenta con sonrisas en un día como este tan caluroso.
_____Pero ¡oh! Nuevamente desgracia la mía, infortunado mi destino, o tal vez esto es un acto de la providencia su castigo, cuando le oigo simplemente decir:
_____—NO
_____Si el mundo a mi alrededor caminaba con lentitud, simplemente al momento que su lengua se retira para pronunciar la única vocal, mi rededor se congela.
_____Mis venas se dilatan y en mis manos las palmas se molestan por sentirse el intento de las uñas incrustarse en ellas; el corazón golpea y pretendo controlar mi respiración.
_____Su desgraciada y negativa respuesta casi logra despojarme de la razón. Conservo la suficiente para frenar cualquier impulso proveniente por el complejo hormonal donde se me está inundando el cerebro.
_____No estoy seguro de si él ha podido figurar mi estado, pero aun sigo sin alejar mi vista de su cara, y sé que va a ser la última vez que le vuelva a preguntar. Prefiero pensar en que será algo agradable a mis oídos lo que me llegue a contestar.
_____Entonces nuevamente le digo:
_____—¿Me das un poco de tu nieve?