Fíjate que nunca te lo platiqué pero, a mi también me pasa
que tengo sueños muy raros de vez en cuando. Así como los que tú me decías en
la sala de tu casa.
Y precisamente en una ocasión soñé que estaba como en un
campo de mandarinas, algo así. Había bastantes árboles y de sus verdes divisaban el naranja como un cumplido. Todos eran para ti. Me acerqué y tomé una fruta, y de alguna
manera, tu estabas tan cerca... aquí a mi lado. Y lo recuerdo todo como
si se tratara de una película, donde dan galardón al encuadre y a la fotografía,
porque todo era muy preciso, porque juntaban todas las intenciones para sellar
tu mente con el desenlace.
Te mire a los ojos, así como no queriendo. Y te dije, casi entre dientes y voz baja,
que tomes esta fruta que escogí. Curiosamente lo que más recuerdo del sueño,
es esa carita que pones. Es una tuya muy particular que solo tienes cuando te
digo algo bonito o cuando te lanzo un beso y me ves de lejos y de la nada. No sé si alguien más, si sepas, de
alguien que te la haya visto tal cual ese reflejo de ti, así como yo con estos
ojos que sin darme cuenta, coqueteaban con los tuyos.
Que sin darme cuenta era para un momento que resultó tan
especial, sellado con un sueño, como en aquella ocasión en la sala de tu casa.
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